jueves, 12 de octubre de 2017

El día que la tierra tembló.

19 de Sep, aproximadamente a la una de la tarde, trabajando en el piso 9, en un edificio con mas de 45 años de construido, donde Gayosso tiene oficinas de previsión.

Extrañamente ese día se conmemora el aniversario del sismo de 1985, el terremoto mas devastador en la historia moderna de México. Se tenia previsto un simulacro en toda la ciudad, sonaría la alerta sísmica y desalojaríamos el edificio, solo para medir mas o menos en cuanto tiempo se hace. En realidad ya sabemos que los del piso 9 no debemos bajar, valla, no podemos bajar.  No se tenia contemplado participar, total, llegado el momento, no nos queda mas que esperar ahí, a la buena de Dios, y quien va a querer perder el tiempo en semejante relajo? Finalmente, tras la discusión de los gerentes, se decide participar, solo para que no digan que no impulsamos la cultura cívica. Así paso, sonó la alarma y tras seguir unas indicaciones bajamos los 9 pisos.  Claro, paso lo que debía pasar, eso no fue ni siquiera un imitación barata de lo que debe hacerse, pero que mas da, la lucha se le hizo.
En cada piso había personas, pero cada uno en su mundo, con el celular en la mano, dialogando, con calma, bromeando y algunas otras ni se inmutaron, tal parecía que sus mails o sus llamadas no podían esperar, total, no pasa nada, solo es un simulacro.  Yo solo atine a decir:  Esto no se asemeja para nada a un evento real, me queda claro que el día que nos llegara a pasar algo así, 15 minutos que tardamos en bajar no nos ayudan en nada, de seguro se duplica la gente bajando, sumado al estres, gritos y empujones,  Pero bueno, nadie sabe si eso nos pase, han pasado 32 años desde el 85.

Regresamos a laborar, subí los 9 pisos por las escaleras, pues los elevadores estaban saturados, ahí encontré gente que apenas venia bajando, bueno, mas vale tarde que nunca, seguro pensaron.

Olvide el asunto, olvidamos el asunto. Todo volvió a la normalidad, relajo, risas, platicas, ah sí, y llamadas con clientes. Un compañero se acerca a mi mampara a darme una instrucción, se recarga y esta vibra, demasiado. Lo miro con cara de que no este jugando, antes lo hacia, intento seguir con la platica solo para descubrir que esto sí iba en serio, ahora sí estaba temblando,  No falto el clásico: ¡esta temblandooooo!, no!!  Si!!!  Y en segundos ese piso ya era un caos. 150 personas al borde de una ataque de pánico. Se fue la luz, casi al instante, y eso provoco mas pánico. Una compañera se desmaya a mis pies, otra gritaba el nombre de su hija, alguien mas lloraba a bocajarro, y claro, el compañero que grito un "padre nuestro" con una devoción tal, que ni el propio Jesús lo habría hecho. Yo tratando de mantenerme en pie, agarrada del compañero religioso que a su ves se adueño de una de las pocas columnas que tenemos.  Los minutos parecían horas.  En mi mente consiente, esa que todo lo analiza, pensé: ¡este edificio sí puede caerse!, mas la "tranquilidad" volvió al llegar otro, que no era mio, solo pudo ser de Dios, que me dijo: ¡¡pero hoy no!!. Así que proseguí a abrazar a las compañeras cercanas que gritaban. Por fin termino todo!!, al menos el movimiento telúrico. Anime a todos a bajar con calma, pero de prisa.   No que no bajaban?  Ahora si, en cada piso había un tapón de compañeros, todos con cara de zombies, la mía de seguro fue igual, y tratando de usar su celular para llamar a medio mundo.  En plano descenso??  Si, así mero.  Obvio se hizo un relajo aun mayor.  No fueron ya 15, supongo que bastantes mas, no sé, parece que el tiempo se detiene.

Llegamos al camellón y pensé que como otras veces, esperaríamos 10 min y regresaríamos a laborar, total ¿que pudo haber pasado? En México lo sismos son cosa de todos los días, ya ni los sentimos, dirían muchos. Paso mas tiempo, media hora y yo sin poder llamar a mi mama o a mi hermana.  Sabia que mi hermana estaba también en Gayosso, pero en el corporativo, en la calle de sulliván, pero mi mama ni idea. La primera que encontré, o mas bien me encontró, fue mi hermana, por medio de un gerente al que ella llamo, un rato después a mi mama, quien estaba en el centro, solo por waths.  En ese momento cambie de forma de pensar y me pareció que lo mejor sí era irnos a casa, las calles estaban atestadas de personas sin la mas mínima intención de regresar a sus respectivos centros de trabajo.  No había camión, así que decidí caminar al metro, 15 min, pero no había servicio, iba con un compañero que es mi vecino, subimos a un autobús morado, colgando, como pudimos, pero lo desviaron en la calle de Monterrey, no había de otra, a caminarle hasta nuestras casas en portales.  Mas de 2 horas, horas eternas y tristes, aquello parecía una zona de guerra, lamentos, gritos y lo peor, lo que nunca paso por mi mente, edificios caídos. Vinieron a mi mente todas las imágenes que he visto sobre el terremoto del 85, pero magnificado, pues ahora yo estaba ahí. Vi el desastre aunque salpicado de cosas hermosas, como aquellos que daban aventon en sus carros a desconocidos. o aquella señora que salio con un garrafón a ofrecer agua a los peatones que llevaban tiempo intentando llegar a sus casas, o un vecino que saco por la ventana una extensión, para que extraños pudieran cargar los celulares.  Actos totalmente contrastantes con la tragedia.  Mi mama venia igual, caminando desde el centro, viendo cosas similares, y mi hermana, ella no, ella no tenia derecho a vivir esas cosas, ella es directora de usos inmediatos, así que tenia que estar bien para sobrellvar, tristemente la enorme carga de trabajo que amenazaba con venir, Así fue, al poco rato comenzaron a llegar la primeras víctimas, niños, sí, pequeños que murieron al derrumbarse su escuela.  Y jóvenes, que hacían servicio social en un edificio en la Roma y adultos y ancianos.  Reconozco que México se moviliza rápido, en horas ya habían varias brigadas de rescate, en su mayoría civiles que se unía con la consiga de sacar a los mas posibles con vida.  Yo me separe de mi compañero 3 cuadras antes de mi casa y ahí ore un poco, pensaba en que plan tenia Dios al permitir algo así.  LLegue a casa, con miedo, incertidumbre, estaría todo bien? Pelusa, la perrita y Rocky el loro estarían a salvo?. Gracias a Dios así fue. Aunque debo reconocer que tuve un sentimiento muy feo cuando vi todo tirado, las ventanas se abrieron, los cajones también, los cuadros, las lámparas, adornos, todo en el suelo.  Levante lo mas que pude, tras descubrir que no había luz. Me senté y fue recién ahí que pude llorar un poco, ahí me cayo el veinte de lo que había pasado y de que pudo haber sido peor.  Agradecí y clame por .los que estaban en una condición muy distinta a la mía,  Llego mi mama y pudimos intercambiar impresiones, se estaba haciendo de noche y salimos por algo de comer y vi un panorama lúgubre, mi colonia, la portales, la que esta siempre atascada de comercios y gente, estaba vacía, todo cerrado, nadie en las calles.  Aun lo recuerdo y viene un sentimiento de tristeza. Por acá se cayo parte de un edificio de los nuevos, recién entregados. ¿quien iba a pensar?

Llego mi hermana y su novio, ahora esposo y después de sobreponernos al miedo, decidimos quedarnos ahí, sin luz, sin pila en el celular, era mas peligroso salir a casa de el o de alguien mas.  Esto continuo  días mas. Sin agua y sin luz. Pero que mas da? Mi problema era minúsculo, aún había gente atrapada o cuerpos que rescatar, Bastante, suficiente como para que presidentes de otros países como japón e israel nos enviara sus mas altos equipos de rescate, recursos humanos y tecnológicos.  De corazón, gracias. Y gracias también a los héroes de 4 patas, esos que si son desinteresados, que no buscan ser vistos. 

A mi trabajo no fui los siguientes dias, mas bien, nadie fue.  Teníamos que esperar un dictamen de protección civil, ya que había grietas. El viernes por fin nos convocaron a regresar, fue un día extraño, todos tenían miedo y debatían sobre las grietas, algunos se sentían como obligados a trabajar en un edificio inseguro. Pero el dictamen era que el lugar sí era seguro, todo estaba bien. Algunos otros nos preocupaba mas como llamarle a la gente. Nosotros vendemos servicios funerarios a previsión, ja, que ironía no? Ese día y el otro y el otro fueron perdidos.  No queríamos llamarle a nadie.


Han pasado 3 semanas y aun hay un miedo colectivo, supongo que tardara en irse, años quizá. Todo poco a poco se normalizo, aunque no para todos, muchos ya no tienen casa o esta a punto de caerse, en los estados de oaxaca y moleros no hay la ayuda suficiente, ahora si viene lo importante, ¿quien ayudara sin la adrenalina del momento, sin que haya cámaras captando imágenes, sin que nadie lo note?

Ahora solo se habla de un antes y un después, de como la gente dice haber empezado a valorar su vida, de como se han hermanado con el prójimo. Dicen, eso es lo bueno que nos dejo la tragedia.
Yo difiero, bastante, mi vida ha sido valorada cada segundo, cada día es una oportunidad nueva de vivir al máximo.  Por otra parte, en tiempo de crisis, el cerebro es solidario y si se puede presumir mas. La reflexión que hago es sobre cuanta memoria tenemos.  Esto se acaba pronto. Solo una semana fuimos amables y empáticos, solo una semana supimos priorizar, solo unos días amamos al de junto.  ¿que nos pasa? ¿ Acaso tendríamos que vivir en desgracia permanente para ser mas humanos? Mi vida no cambio ese día, pero si mi percepción de por que hacemos las cosas.  Esta experiencia es un recordatorio,  no de que mi vida es finita, eso lo tenia ya muy claro, si no de como debemos ser con nuestro semejante.  Dios nos permita aprender algo de esto.  Y que no tenga que moverse de nuevo la tierra para sensibilizarnos con el de junto,









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